milagros, recuerdos, sueños

Todo lo sagrado tiene la sustancia de los sueños y los recuerdos, y así experimentamos el milagro de que lo que está separado de nosotros por el tiempo o la distancia se haga repentinamente tangible. Los sueños, los recuerdos, los sagrado, todo es semejante en cuanto que está más allá de nuestro alcance. Una vez que nos separamos de lo que podemos tocar, ese objeto se santifica, adquiere la belleza de lo inalcanzable, la cualidad de milagroso. Todo tiene esa cualidad, pero nosotros podemos profanarlo tocándolo. ¡Qué extraño es el hombre! Su contacto mancha y, sin embargo, él es la fuente de los milagros

Noche de primavera – Yukio Mishima

sobre políticos y escritores

Al final he comprado las memorias y ya he comenzado a leerlas. De todos modos, Manué sigue avanzándome citas:

Estos pobres envidiosos, por su secreta miseria, lanzan coces contra la valía personal; mandan con aire compasivo a Virgilio, Racine, Lamartine a dedicarse a sus versos. Pero, soberbios señores, ¿adonde hay que mandaros a vosotros?. Al olvido;os espera a veinte pasos de vuestra casa, mientras que veinte versos de estos poetas los harán vivir hasta la más lejana posteridad

Memorias de ultratumba – Chateaubriand

símbolos

El pasado lunes aproveché para visitar Pontevedra y pasear un poco. No conozco mucho la ciudad y tras unas cuantas vueltas me encontré ante el escaparate de la librería Michelena. Al mirar hacia el estrecho interior recordé que ya había estado allí en otra ocasión. Así que entré y empecé a curiosear las estanterías llenas de libros de cine, música, literatura, ediciones extrañas… el sueño de cualquier ratón de biblioteca.

No sé cómo, acabé en el final del pasillo frente a un mueble en el cual se apilaban libros de arte y arquitectura. Uno de ellos me llamó la atención: se llamaba Los tesoros de Venecia de Antonio Manno. Comencé a hojearlo y creo que es el complemento ideal para visitar la ciudad. Todos esos detalles pequeños, esas connotaciones perdidas que se nos escapan al visitar una ciudad de manera superficial. Por no hablar de los cuadros: muchas veces me sentía triste por no conocer los símbolos asociados a las pinturas. Ya sea de mitología clásica o historia de santos.

Casualmente levanté la vista y me topé con el Diccionario de símbolos de Juan Eduardo Cirlot, un libro que podría ayudarme con ese vacío. Siempre le he tenido ganas y en esta ocasión decidí que me lo llevaría puesto. De noche, repasando las páginas como un niño pequeño (fijándome en los dibujos, vamos) pude leer lo siguiente…

«Fonético: Y la palabra, que es fundamentalmente un fenómeno acústico, tiene más valor como sonido que como expresión de una idea, ya que el sonido contenido en ella y que de ella emana en determinadas vibraciones es la modulación del hálito cósmico; pronunciar en el justo modo una palabra sintonizándola, por así decirlo, con los diversos ritmos del cosmos, significa restituirle su elemental poder. En la tradición hindú se alude con frecuencia al sentido concreto de letras (como sonidos) y sílabas o palabras. Al examinar el sentido de las veces Makara y Kumara defínese la significación concreta de cada sonido (la R es la onomatopeya del trueno, simboliza el poder creador; ppo eso la mayoría de los verbos incluyen esta letra en casi todos los idiomas. Ma, alude a la materia, etc). En la sílaba Om (Aum) los hindúes y tibetanos ven concentrada toda la esencia universal (A, principio; U, transición; M, final, sueño profundo). Esta creencia mística en el poder fonético per se llevó a los gnósticos y creyentes de Mitra a la inclusión de pasajes carentes de sentido literal en sus fragmentos rituales y recitados, suerte de música simbólica actuante sólo por el poder del sentido de lo fonético.»

Por cierto, que como buen egocéntrico que soy, busqué ratón y tenemos una pequeña mención:

«El ratón, en simbolismo medieval, es asimilado al demonio. Se le superpone significado fálico, pero en su aspecto peligroso y repugnante».

Sin comentarios…

haruki murakami

Supongo que llego tarde, pero no puedo evitar escribir una entrada para recomendar los libros de Haruki Murakami. Comencé a leer «Kafka en la orilla» y desde el primer capítulo supe que me encontraba ante algo muy especial. Y quizás leer no es la palabra correcta: devoré las páginas del libro de una manera compulsiva. Después vino «Tokio blues» (lo terminé ayer) y ya estoy pensando en continuar con más obras. Tal y como comenta Rodrigo Fresán en una contraportada «su modo de narrar tiene algo de hipnótico y opiáceo». Además sus libros nos hablan de otros libros ya que sus personajes suelen ser bastante aficionados a la literatura y a la música. Al parecer Haruki regentó durante ocho años un bar de jazz en Tokio y en sus novelas encontramos referencias que van desde los Beatles, a Beethoven pasando por Miles Davis o Jobim. Incluso me encontré con una figura que toca una adaptación para guitarra de la Pavana para una infanta difunta de Ravel (versioneada curiosamente aquí hace unos meses).

¿Y qué es lo que me gusta de él? Pues la manera que tienen de afrontar los problemas sus personajes. Porque, en general, se trata de gente honrada y honesta, con un marcado sentido del deber y responsable hasta el final (de manera consciente o no) de sus actos. Y no estamos hablando de figuras bobaliconas, aburridas, vacías. Página a página vemos desfilar jóvenes perdidos que buscan su lugar (y el amor) en el mundo, hombres con capacidad para hablar con gatos, suicidas, hermafroditas, mujeres que viven en el pasado y en los sueños de los demás…

Capacidad infinita de amor, de pasión, de erotismo, de sueños. Eso desprenden estos dos libros: vida vida vida.

huecos

Sólo que yo estoy más que harto de la gente sin imaginación. De ese tipo de gente que T.S. Eliot llama «hombres huecos». Personas que suplen su falta de imaginación, esa parte vacía, con filfa insensible y que van por el mundo sin percatarse de ello. Personas que intentan imponer a la fuerza a los demás esa insensibilidad soltando, una tras otra, palabras huecas.

Sujetos estrechos de miras, intolerantes y sin imaginación. Tesis desconectadas de la realidad, terminología vacía, ideales usurpados, sistemas inflexibles. Son estas cosas las que a mí, realmente, me dan miedo Son estas cosas las que yo temo y odio con todo mi corazón. Es importante saber qué es importante y qué no lo es, por supuesto. Sin embargo, los errores de juicio personales pueden corregirse la mayoría de los casos. Si uno tiene la valentía de reconocer su error, las cosas, generalmente, se pueden arreglar. Pero la estrechez de miras y la intolerancia de la gente sin imaginación son igual que parásitos. Provocan cambios en el cuerpo que les acoge y, mudando de forma, se reproducen hasta el infinito. Y eso no hay manera de detenerlo. Y yo, semejantes sujetos, no quiero que entren aquí. -Ôshima señala las estanterías con la punta del lápiz. Se refería, por supuesto, a la totalidad de la biblioteca-. Yo no puedo tomarme a risa a gente como ésa.

Haruki Murakami – Kafka en la orilla

días de verano

Ha llegado el verano a mi ciudad. Ya son tres días seguidos con sol, playa y cuerpos morenos. Y a mí también me ha llegado la jornada de mañana, con lo cual el tiempo para el ocio ha aumentado. Sin embargo no grabo nada, no escribo nada… de hecho, procuro estar muy poco en casa y reparto el tiempo tirado en una toalla, bañándome en el mar, leyendo un libro de poco a poco y dejando las tardes y noches para las cañas con los amigos. Sí, ya sé que puede parecer una vida poco espiritual, pero de eso va mi verano: un verano ameba. Ya le daremos vueltas a la vida (por todos los lados) durante el invierno. Así que aquí van unos cuantos apuntes de estos días:

Simplifica. Unas chanclas, un bañador, una camiseta y toalla. Si vas con los amigos no olvides el balón. Y volvemos a nuestros 14 años aunque alguno ya tenga hijos corriendo por el mundo. Que si mira aquella chica que va por ahí. Anda que el figura que va con ella, menuda pinta de chulimangui. Ehh vosotros, ¿queréis entrar en la pachanga, que nos hacen falta dos?. Que si eso ha sido gol. Y una mierda que pegó en el poste por fuera. Ya me has vuelto a lesionar animal, me voy al agua. Pera que yo también voy. Jajaja, deja de disimular dando vueltas como una boya que se ve a millas que estás meando…
Al final del día, cuando se está poniendo el sol y la luz crea pequeños milagros en la superficie del mar, Daniel siempre sentencia: este sí que es el mejor momento de toda la semana. Y el resto asentimos en silencio.

Lecturas. La playa ha sido testigo de cómo terminaba David Copperfield. Dickens sigue teniendo un puesto privilegiado en mi corazón. Me encantan sus descripciones, su humor y cómo es capaz de presentar en un simple párrafo a dos hermanas ancianas solteronas y al «pretendido» pretendiente de una de ellas:

Más tarde descubrí que la señorita Lavinia era una autoridad en asuntos del corazón, debido a la existencia en el pasado de un tal señor Pidger, que jugaba al whist y que, según creían, había estado enamorado de ella. Mi opinión personal es que se trataba de una suposición gratuita y que el señor Pidger era inocente de semejante sentimiento, que aparentemente jamás exteriorizó en modo alguno. Pero tanto la señorita Lavinia como la señorita Clarissa creían que habría declarado su pasión si no hubiera muerto prematuramente (casi a los sesenta años) por abusar del alcohol, y por tratar de compensar esta debilidad bebiendo cantidades ingentes de agua de Bath. Tenían incluso la vaga sospecha de que aquel amor secreto lo había matado; aunque debo decir que había en la casa un retrato de él, con una nariz carmesí que no parecía especialmente proclive a ocultar nada.

Música. Y para terminar, subo una versión de una canción de Kevin Johansen que nos acompañó durante un viaje por tierras escocesas hace ya dos años.

Y pulsa aquí si la quieres bajar.

memorias de ultratumba

No se es juez de la pena ajena, lo que a uno le contenta a otro le aflige; los corazones tienen secretos distintos, incomprensibles para otros corazones.
No discutamos a nadie sus sufrimientos; con las penas ocurre como con las patrias, cada uno tiene la suya propia.

Francoise de Chateaubriand

Aportado por Manu que se está leyendo las Memorias de Ultratumba enteritas

tener tomado el pulso a los empleos

Hay diferencia entre ellos. Es un conocimiento magistral que necesita prudencia. Unos necesitan valor y otros perspicacia. Se manejan con más facilidad los que dependen de la rectitud, y con mas dificultad los que precisan cautela. Para aquéllos no es necesario más que buena disposición; para éstos no basta toda la atención y el desvelo. Dirigir a los hombres es una ocupación trabajosa, y más si son locos o necios. Es necesario un doble buen sentido con quien no lo tiene. Es un empleo intolerable el que exige una dedicación absoluta, a horas fijas y es rutinario. Son mejores los que están libres de fastidio al unir variedad e importancia, pues el cambio proporciona el placer. Los más autorizados son los que tienen una dependencia más o menos distante. Los peores son los que hacen sudar, en la tierra y ante Dios.

Oráculo manual y arte de prudencia – Baltasar Gracián

la próxima vez que escuches a Borodin…

La próxima vez que escuches a Borodin de Charles Bukowski

La próxima vez que escuches a Borodin
recuerda que sólo era un químico
que escribía música para relajarse,
su casa estaba llena de gente:
estudiantes, artistas, borrachos, vagabundos,
y él nunca sabía cómo decir:no.
la próxima vez que escuches a Borodin
recuerda que su esposa usaba sus composiciones
para forrar la caja del gato
o para cubrir jarras de leche agria;
ella tenía asma e insomnio
y lo alimentaba con huevos hervidos
y cuando él quería taparse la cabeza
para acallar los sonidos de la casa
ella sólo le permitía usar la sábana,
además, siempre había alguien en la cama de él
(dormían separados, cuando dormían)
y como todas las sillas solían estar ocupadas
a menudo dormía en la escalera
envuelto en un viejo chal
ella le decía cuándo cortarse las uñas,
no cantar, o silbar, o poner demasiado
limón en el té, o apretarlo con una cucharilla
Sinfonía n° 2 en Si menor.
Príncipe Igor
En las Estepas de Asia Central
él sólo podía dormir poniéndose un
pedazo de trapo oscuro sobre los ojos
en 1887 concurrió a un baile
en la Academia de Medicina
vestido con el traje de fiesta nacional
al final, parecía excepcionalmente alegre
y cuando cayó al piso
creyeron que se hacía el payaso.
la próxima vez que escuches a Borodin,
recuerda…

de la contraportada de un libro

Para Swinburne era «una obra maestra suprema». Henry James recordaba que de niño se escondía debajo de una mesa para oír a su madre leer las entregas en voz alta. Dostoievski la leyó en su prisión en Siberia. Tolstoi la consideraba el mayor hallazgo de Dickens, y el capítulo de la tempestad, el patrón por el que debería juzgarse toda obra de ficción. Fue la novela favorita de Sigmund Freud. Kafka la imitó en Amerika y Joyce la parodió en Ulises. Para Cesare Pavese, «en estas páginas inolvidables cada uno de nosotros (no se me ocurre elogio mayor) vuelve a encontrar su propia existencia secreta»

Con esta presentación… ¿quién no querría leer David Copperfield?