una de las melodías más hermosas que conozco…
mac mini
oasis
La web de el poder de la palabra contiene multitud de fragmentos, biografías de escritores, músicos… un auténtico oasis.
Django Reinhardt
En about-django.com tienen una sección llena de vídeos de Django Reinhardt y muchos otros guitarristas que han intentado seguir sus pasos.
Algunos son, sencillamente, increíbles…
llaves
Instintivamente, llevas la mano derecha al bolsillo para sacar unas llaves que no encuentras. Entonces recuerdas que esa casa ya no es la tuya. Hace casi un año que vives en otra ciudad. Miras a tu alrededor rápidamente, tratas de encontrar las diferencias: nada ha cambiado. Ahora miras todavía más rápido en tu interior: tienes la sensación de haber avanzado muy poco. Llamas al timbre, esperas un rato y la voz de un amigo te pide que entres. La fiesta acaba de comenzar y la gente llega poco a poco. Te alegras de ver muchas caras conocidas, otras todavía son un misterio. Te pones una copa, sales al balcón y charlas con alguien que lleva ahí un buen rato observando la calle. Huele a primavera. Vuelves dentro y decides pinchar algunas canciones. Caes en la tentación y haces sonar fragmentos de la banda sonora del piso. Después te pones a bailar. Las horas pasan alegres.
Al final de la noche chocas con alguien en el estrecho pasillo. Notas que algo se te clava en la pierna. Llevas la mano al bolsillo derecho. Allí están de nuevo…
praga
Hay ciudades que nos encontramos tantas veces en las páginas de los libros que cuando tenemos la suerte de andar por sus calles nos sentimos como en casa.
Praga es un ejemplo clarísimo. De pequeño temblé en sus pasadizos con El Golem de Meyrink. De adolescente me enamoré en sus jardines con Toda la belleza del mundo de Seifert. Después conocí a Pablo Neruda y me enteré que realmente este chileno se llamaba Neftalí Reyes y su apellido lo había tomado prestado de Jan Neruda, que dedicó un librito precioso dedicado a las calles de la Malá Strana.
Y la madeja sigue y sigue…
la risa
Debido a mi pequeño tamaño suelo fijarme en los detalles. Me gustan las miradas que duran menos de un segundo, las sonrisas apenas esbozadas. El otro día volví a encontrarme con una de ese tipo. Viene desde 1624 y me encanta imaginar cómo era en ese momento la vida de aquel caballero… ¿sentís envidia?